Como ya sabéis, el pasado junio terminé el CFGS de cerámica artística en la Escola Llotja, y para ello tuve que desarrollar un proyecto final, el Proyecto Integrado.
Como la idea de este proyecto es demostrar un poco todo lo aprendido durante el CFGS -un poco como con el Proyecto de Final de Grado que hice cuando estudié arquitectura- y por tanto debería dedicar bastantes horas, dediqué un tiempo a buscar un tema que pudiera interesarme en seguir estudiando. Y éste fue la porcelana como material.
Antecedentes
La idea surgió durante el pasado verano, después de haber leído la obra del escritor y ceramista Edmund de Waal, “El oro blanco” en el que el autor cuenta la historia de la porcelana y cómo su blancura y translucidez ha obsesionado a personajes de todo tipo desde su descubrimiento. Lo cierto es que al leerlo me sentí identificada con esta fascinación y me hizo acabar de decidir: haría el Proyecto Integrado del CFGS de cerámica artística sobre la porcelana.
Precisamente durante el 1r curso ya lo había trabajado en los dos proyectos que realizamos. El primero con forma de planchas desnudas y translúcidas -incorporando pasta de papel para hacerlas más resistentes-, y en el segundo para calcar -pintándolas- unas hojas de olivo. Y es que desde que la descubrí, siempre he tenido ganas de aprender más sobre este material y sus posibilidades, por lo que pensé que el Proyecto Integrado era la ocasión perfecta para hacerlo.
La idea
Lo que más me fascina de la porcelana es su capacidad de dejar pasar la luz a través suyo, su translucidez -que ninguna otra pasta cerámica tiene- y la que le hace innecesaria ninguna decoración más que el mismo material y la luz. Siguiendo esta admiración, empecé a pensar piezas donde ésta pudiera ser protagonista, y en una visita guiada a la exposición temática “Transversalidades en cerámica contemporánea” del Museu del Càntir d’Argentona por parte de la ceramista Mia Llauder, descubrí una pieza del ceramista suizo Arnold Annen que me enamoró. La pobre musealización de la pieza en la sala había hecho que en anteriores visitas a la exposición no me hubiera fijado, pero Mia me pidió el teléfono móvil con la linterna encendida y nos enseñó qué secreto escondía ese vaso que en muchos nos había pasado por alto.
Me encantó poder descubrir la magia de aquella pieza, el efecto sorpresa, pero si no hubiera sido por Mia seguramente nunca la habría descubierto, ni a ella ni a su autor. Así que este hecho me hizo decidir que quería hacer un tipo de pieza en porcelana, que de algún modo conservara ese efecto sorpresa, pero que a la vez no pasara del todo desapercibida. Quería partir de un aspecto exterior aparentemente simple para posteriormente revelar su riqueza casi mágicamente. Y pensé que una manera de incitar este juego de luces era incorporando una mecha y cera a las piezas, convirtiéndolas en velas. Así que además pasaban a tener un uso más concreto, no sólo decorativo.
El trabajo
La porcelana es un material cerámico con propiedades muy características. Las más visibles y apreciadas son su blancura y su translucidez. Para conseguir su máximo esplendor es necesario saber cómo trabajar el material, desde su obtención hasta su cocción.
Focalizándome en aquellas fases en las que interviene directamente una ceramista, el trabajo tenía el objetivo de definir diferentes formas de trabajar la porcelana para conseguir mantener y potenciar tanto su blancura como especialmente su translucidez.
En el marco teórico estudié las características técnicas del material, especialmente aquellas que pueden trabajarse en un taller cerámico, así como un pequeño repaso histórico del uso de este material a lo largo de la historia.
De esta investigación y la posterior experimentación concluí que las técnicas de modelado que más favorecían la blancura y la translucidez de la porcelana eran aquellas que permiten el trabajo con grosores finos, como el torno o la plancha. Y en lo que se refiere a las técnicas decorativas, aquellas donde se trabaja directamente sobre la pasta sin más elementos que ella misma, como la incisión o grabado.
Por último apliqué toda esta investigación tanto teórica como práctica en el diseño de una colección de velas en porcelana. Tal y como puse en las conclusiones del trabajo, aunque quizás se hubiera podido llevar el material más al límite si se hubiera trabajado con luz eléctrica, pienso que la luz viva del fuego de una vela tiene mejor papel en el juego de la translucidez.
Las piezas
Cuando tuve que decidir cómo serían estas velas, lo hice en paralelo a las pruebas de moldeado y decoración que iba haciendo. Me costó definirlas porque encontraba que en realidad podrían tener cualquier forma, pero finalmente decidí hacer 5 piezas, una como homenaje a cada gran época de la historia de la humanidad, centrándome en el uso del fuego como a iluminación artificial de cada una de ellas. Y aproximando la ocasión para utilizar una técnica de modelado y decoración diferentes en cada caso. Así pues, éstas fueron las 5 piezas finales:
Prehistoria
Durante la prehistoria los humanos consiguieron controlar el fuego y con él construyeron los primeros candiles y posteriormente crearon las primeras velas. También gracias al fuego se descubrió o inventó la cerámica, que se hacía modelando barro, a menudo con la técnica del pellizco y se decoraba con elementos vegetales o minerales. Es por eso que esta primera pieza de la colección está hecha a pellizco -sin buscar la translucidez de la porcelana porque este material todavía no se conocía-, y decorada con impresiones vegetales. Por esta pieza no se buscaba esconder el fuego de la vela sino mostrarlo claramente como origen de todo, algo como si fuera un candil pero con cera. Se le ha incorporado un lecho de vidrio azul en el interior para señalar aún más la función de la cerámica como recipiente.
Edad Antigua
Esta pieza es una esfera hecha por colada a través de un molde -se intentó hacer por inmersión pero no resultó- y quiere explicar que durante este período surgió la geometría, la astronomía y la cartografía. En este caso sí que ya se utiliza la porcelana como material translúcido, escondiendo la fuente de luz, pero haciéndola salir a través de un agujero principal -desde donde se podrá encender también la vela- representando una luna llena, ya través de pequeños calados e incisiones con forma de constelaciones para que llegue al techo o las paredes, representando estos cielos estrellados que tanto estudiaban.
Edad Media
A finales de la Edad Media llega uno de los inventos más importantes de la historia de la humanidad: la imprenta de tipos móviles de Gutenberg. Esta pieza busca pues explicar este hecho histórico incorporando a una plancha flexible de porcelana “keraflex”, un texto rasterizado como decoración incisa. Esta plancha descansa sobre un portavelas clásico, hecho a torno.
Edad Moderna
Con la invención de las luces de gas, llega la iluminación nocturna a las ciudades. Esta cuarta pieza es la abstracción de una farola -formada también por planchas- donde la llama queda resguardada del viento y las inclemencias meteorológicas exteriores. Las incrustaciones de vidrio azul sobre rebajes en las planchas -así como la parte que queda llena de cera y por tanto más opaca- buscan asimilar la textura y las formas de la luna, como fuente de luz natural.
Edad Contemporánea
Por último para la pieza de la Edad Contemporánea me inspiré en la invención de la bombilla y el gran cambio que esto supuso. Decidí utilizar las tecnologías más contemporáneas actuales para su creación: diseño paramétrico por ordenador e impresión 3D. El diseño paramétrico consiste en la creación de una serie de algoritmos matemáticos, que permiten construir y modificar las piezas con cierta facilidad, y la impresión 3D -con porcelana- que se basa en la técnica constructiva del churro o marrell que me faltaba por introducir. La forma responde como decía a cómo me he imaginado que sería una bombilla que pudiera fundirse por el calor del fuego, abriendo un agujero y deformándose por la parte superior.
Y hasta aquí 🙂
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